En un momento de su reflexión
sobre el arte, Arthur Danto se efectúa una pregunta realmente
inquietante, que pone patas arriba mucho de la manera en que ha sido pensada la
actividad artística a lo largo de la historia. Dice el teórico americano que
cuando una teoría científica se ve cuestionada o desmentida por el
comportamiento de la realidad empírica, a nadie se le ocurriría que en lugar de
revisar o cambiar esa teoría, lo que hubiese que hacer es cambiar la realidad
para adecuarla a la misma. Todo lo contrario ha ocurrido en la historia del
arte, en donde los comentaristas y críticos han postulado teorías artísticas
que dejan fuera de esa categoría a todo aquello que no esté contenido por ellas
mismas.
Danto, crítico norteamericano que
–a pesar de sus diferentes historias intelectuales- revela muchos puntos de
contacto con el postestructuralismo europeo, utiliza esta comparación entre la
historia del arte y la historia de la ciencia, para recalcar el hecho de que
desde el Renacimiento, que es la primera época de la historia en la que “el
arte” comienza a ser un objeto de reflexión intelectual, la categoría de lo
artístico está mediada por su contención dentro de una estructura crítica
previa: Vasari, el primer gran teórico, se basó en el descubrimiento de la
perspectiva y sus consecuencias sobre la pintura, para crear una narración
sobre el arte que englobaba lo pasado, lo presente y lo futuro en un proceso
histórico en el que el artista iba adquiriendo progresivamente nuevos instrumentos
y habilidades, de tal forma que esa historia presentaba un desarrollo desde el
arte ritual más primitivo y tosco, hasta llegar en algún momento a la
perfección de la representación; retomando de algún modo la ya clásica teoría
de la mimesis aristotélica.
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